Respuesta a declaraciones de la señora Nora Lustig

“Su frase sobre la asignación universal por hijo es agraviante, peyorativa, insultante, misógina y descalificante…”.

Me tome tiempo para escribir, necesitaba despojarme de ciertas subjetividades. Por ejemplo, del prurito que me provoca cualquier actividad organizada por el Rotary, una entidad con la que no me siento para nada identificado; o la mirada prejuiciosa que pudiera producirme el lugar de formación de la disertante: una universidad yanqui, con todo lo que eso significa.
Necesitaba restaurar los baches que produce la vertiginosidad  periodística. Porque después de mucho leer la nota, e incluso conocer la cobertura de la disertación en otros medios locales, resulta claro que el título de la nota es desafortunado. Un título debería resumir los conceptos más importantes de la nota y sinceramente creo que la disertación fue por otro lado; si bien no pongo en duda la idoneidad y la honestidad intelectual de quien hizo la crónica, me permito disentir en el título, que bien hubiera podido ser “La desigualdad disminuyó en América Latina”.
Pero, más alla de eso, después de tamizar fervores y disensos, escribo esta nota con la misma desazón, el mismo enojo y la misma rabia que me produjo la primera lectura. No hay atenuantes para una frase que aparece encomillada en la crónica, por lo que la estimo textual, refiriéndose a la asignación universal por hijo: “Llevan a que la gente no ahorre, tenga excesiva cantidad de hijos para cobrar el subsidio y desincentiva el trabajo”.
Los términos son lapidarios señora Lustig. Haciendo un gran esfuerzo para ser respetuoso, no puedo menos que decir que su frase es agraviante, peyorativa, insultante, misógina y descalificante. Su pensamiento en este tema parece resumirse en un relato que pone en boca de pobres de mi país la siguiente frase: “Negra vamos a la cama así después cobramos la asignacion universal”. Simplemente repulsivo. Una frase que le quita valor a toda su exposición, que queda mansillada por esta ignominia.
Su mensaje se transforma en perverso, por estar emitido desde un ámbito que, entre otras cosas, se opone a una ley de aborto legal y seguro. Sí señora, todo tiene que ver con todo. Tiene que ver con esa tendencia, de cierto sector de la sociedad, que se encuentra siempre presto a decirles a los pobres qué tienen que hacer, hasta el punto de indicarles cuántos hijos pueden tener.
Hubiera preferido que su insulto lo contestara alguno de los tantos funcionarios municipales que se golpean el pecho hablando del proyecto nacional y popular, pero se callan cuando desde la más rancia oligarquía se insulta a los sujetos destinatarios de ese proyecto que dicen defender.
Por último, señora, defiendo su derecho a opinar libremente sobre lo que le plazca, espero que entienda que esta respuesta es parte de mi propio derecho a opinar y no un intento de censura.
Por JORGE A. DERRA

Me tomé tiempo para escribir, necesitaba despojarme de ciertas subjetividades. Por ejemplo, del prurito que me provoca cualquier actividad organizada por el Rotary, una entidad con la que no me siento para nada identificado; o la mirada prejuiciosa que pudiera producirme el lugar de formación de la disertante: una universidad yanqui, con todo lo que eso significa.

Necesitaba restaurar los baches que produce la vertiginosidad  periodística. Porque después de mucho leer la nota, e incluso conocer la cobertura de la disertación en otros medios locales, resulta claro que el título de la nota es desafortunado. Un título debería resumir los conceptos más importantes de la nota y sinceramente creo que la disertación fue por otro lado; si bien no pongo en duda la idoneidad y la honestidad intelectual de quien hizo la crónica, me permito disentir en el título, que bien hubiera podido ser “La desigualdad disminuyó en América Latina”.

Pero, más alla de eso, después de tamizar fervores y disensos, escribo esta nota con la misma desazón, el mismo enojo y la misma rabia que me produjo la primera lectura. No hay atenuantes para una frase que aparece encomillada en la crónica, por lo que la estimo textual, refiriéndose a la asignación universal por hijo: “Llevan a que la gente no ahorre, tenga excesiva cantidad de hijos para cobrar el subsidio y desincentiva el trabajo”.

Los términos son lapidarios señora Lustig. Haciendo un gran esfuerzo para ser respetuoso, no puedo menos que decir que su frase es agraviante, peyorativa, insultante, misógina y descalificante. Su pensamiento en este tema parece resumirse en un relato que pone en boca de pobres de mi país la siguiente frase: “Negra vamos a la cama así después cobramos la asignacion universal”. Simplemente repulsivo. Una frase que le quita valor a toda su exposición, que queda mansillada por esta ignominia.

Su mensaje se transforma en perverso, por estar emitido desde un ámbito que, entre otras cosas, se opone a una ley de aborto legal y seguro. Sí señora, todo tiene que ver con todo. Tiene que ver con esa tendencia, de cierto sector de la sociedad, que se encuentra siempre presto a decirles a los pobres qué tienen que hacer, hasta el punto de indicarles cuántos hijos pueden tener.

Hubiera preferido que su insulto lo contestara alguno de los tantos funcionarios municipales que se golpean el pecho hablando del proyecto nacional y popular, pero se callan cuando desde la más rancia oligarquía se insulta a los sujetos destinatarios de ese proyecto que dicen defender.

Por último, señora, defiendo su derecho a opinar libremente sobre lo que le plazca, espero que entienda que esta respuesta es parte de mi propio derecho a opinar y no un intento de censura.

JORGE A. DERRA

D.N.I. 12.936.942

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