La heladería más emblemática, clásica y antigua de Belén de Escobar cerró sus puertas en el último mes del año. En la terminal, Heladería Basso era una parada tradicional para aquellos que bajaban del colectivo, que buscaban tomarse un rico helado antes de viajar o que simplemente paseaban por la ciudad y querían algo dulce.
El local lo inauguró Gustavo Basso (60) el 30 de noviembre de 1987. El mismo día que eligió para ponerle punto final a la experiencia de vender cremas heladas artesanales. Aquellas que su padre, “Cacho”, inventara en septiembre de 1957 cuando le dio vida a El Cafetal, en Tapia de Cruz, cerca de las vías, y donde Gustavo trabajó desde adolescente.
“Cerrar fue muy difícil, hace un año lo venía pensando y siempre seguía un mes más. Uno tiene que escuchar a los hijos y saber decir ‘hasta acá llegué’. Ellos ya son grandes y quiero disfrutarlos más. El negocio te da y te saca a la vez”, le cuenta el comerciante a El Día de Escobar.
La decisión no dejó de sorprender a ningún escobarense, quienes se fueron enterando a través de las redes sociales o veían el local totalmente vacío al pasar por ahí. Ya no quedaban las heladeras, el legendario mostrador ni los carteles con los sabores de los helados.
“Las sensaciones son muchas. Lo primero que me acuerdo es de mis padres, que desgraciadamente no los tengo más. Ellos me iniciaron en esto, me inculcaron lo que es el trabajo, el sacrificio, la honestidad y, sobre todo, el respeto al cliente. Todo tiene un fin, fue duro, pero hay que seguir adelante y disfrutar de la vida”, sostiene Gustavo.
Sus inicios en el comercio se remontan a la adolescencia. “A los 15 años empecé en la heladería de Tapia de Cruz. Sergio -su hermano menor- todavía no estaba. Allí estuve 8 años, más 37 en la terminal, fueron en total 45 años atrás del mostrador. Vi pasar varias generaciones, las criaturas que venían hoy son papás y algunos abuelos… La satisfacción es escucharlos hablar del negocio, de la trayectoria y la honestidad con que nos manejamos”, afirma, visiblemente emocionado.
A fines de enero de 2019, Sergio Basso había decidido cerrar el negocio de Tapia de Cruz, aquel mítico El Cafetal que había iniciado su padre, quien falleció en 2011. Cansado físicamente, con las ventas en baja y mucha competencia en el rubro.
Ahora fue el turno de Gustavo, que con motivos similares quiere darle una vuelta de página a su vida. Así, este emprendimiento familiar que comenzó su camino en 1957, hoy, 67 años después, se despide para siempre de los escobarenses.
“Cerramos un negocio que fue un pedacito de la historia de Escobar. Hoy heladería Basso le dice ´gracias a los clientes y a los comerciantes amigos´. Si papá estuviese, sería el tipo más orgulloso y agradecido a Escobar, por tantos años de sacrificio y respeto al cliente. Como decía un eslogan que él había inventado: ‘de la barrera a un paso, le decimos a todos gracias, Heladería Basso’”, recita Gustavo.
De ahora en más, el histórico heladero escobarense trabajará con su hija (Sabrina), en un local de eventos de la calle Mitre al 600, donde organizan fiestas infantiles, cumpleaños de adultos y fiestas en casas de familia.
La etapa de los helados artesanales más sabrosos de Escobar llegó a su fin. Otro negocio simbólico de la ciudad que quedará vivo en el recuerdo de quienes disfrutaron sus dulces delicias.