Los tordos volvieron a adueñarse de la calle Rivadavia

Comerciantes, peatones y automovilistas padecen diariamente la presencia de cientos de pájaros que inundan la zona de excrementos y olores nauseabundos.

El vuelo de las bandadas por la Rivadavia es un espectáculo digno de apreciar, pero provoca molestas secuelas.

Las bandadas de tordos que cada verano copan la calle Rivadavia al 500 cuando llega el atardecer, volvieron este año generando los mismos trastornos de siempre: mugre y olores nauseabundos.

A pesar de los métodos que intentaron los comerciantes para espantarlos, desde alarmas con sonidos que imitan a los de un ave rapaz hasta petardos y reflectores, nada ahuyentó a los sucios pájaros. Así como tampoco funcionó la poda que en mayo pasado realizó la Municipalidad con el fin de echar a los tordos de la Rivadavia. Es que las ramas de los añosos árboles volvieron a crecer y las aves encontraron allí nuevamente su hogar.

La problemática para los comerciantes es tan grande que incluso habían acudido a la Cámara de Comercio, desde donde elevaron un petitorio a la Comuna con la firma de decenas de damnificados para que les den una solución.

“Yo no me puse a investigar sobre el tema, pero es algo que tienen que arreglar las autoridades. Ver de qué forma pueden erradicarlos sin matarlos. Ellos están para pensar las soluciones, porque la poda es para el momento y nada más. Tiene que haber algo que funcione, hace mucho que sucede esto y han tenido tiempo de sobra para actuar”, expresó a EL DIA de Escobar Adrián Leonardi, titular del Telecentro Rivadavia. “Es increíble cómo vuelven todos los años”, agregó.

Por su parte, una de las dueñas del lavadero Aikén, que está sobre Rivadavia al 600, apuntó que la presencia de estas aves es perjudicial para el negocio. “Yo escucho a la gente que dice: ‘Por ahí no vayamos, que están los pájaros’. Lo peor es el olor, es algo tan espantoso que no se puede soportar”, afirmó Leonor Urrels.

Los comerciantes viven renegando, lo peor es llegar por las mañanas y tener que limpiar el desastre de excrementos que los pájaros dejan sobre sus veredas. Con lavandina y baldazos de agua van tirando la suciedad hacia la calle, y de ahí a la cuadra siguiente: “No nos queda otra que limpiar de esa manera, y con razón los comerciantes de la otra cuadra también se quejan”, cuenta una de las empleadas de un local de ropa.

Pero no son ellos los únicos perjudicados, ya que la gente que camina por el lugar también se ve afectada. Tienen que refugiarse de las bandadas de tordos en cada alero o techo que encuentran. Entran a los negocios con las suelas de los zapatos sucias de excremento y enchastran todo haciendo imposible que incluso los negocios que venden alimentos se mantengan limpios.

Los automovilistas también se ven seriamente afectos, ya que los desprevenidos que estacionan en esa cuadra luego encuentran sus autos cubiertos de materia fecal y tienen que correr a lavarlos. “La caca de pájaro es muy corrosiva para la pintura”, comentó un automovilista asqueado y sorprendido por cómo encontró su vehículo luego de dos horas a merced de los pájaros.

Ni los comerciantes ni los transeúntes son especialistas en este tipo de fenómeno. Cada uno hace lo que puede con la poca información a la que accede. Y si bien se sabe que es difícil erradicar este tipo de plaga, quizás si alguien idóneo tomara realmente cartas en el asunto podría encontrarse la solución.

Por Florencia Alvarez

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