David Magnarelli tiene 32 años. Cuando todavía faltaban seis meses para que él llegara a este mundo, su padre fue secuestrado por los grupos de tareas de la última dictadura militar y nunca más volvió a ser visto. Es uno de los 42 desaparecidos que sufrió el partido de Escobar entre 1976 y 1983. Pero no uno más. Pese a que tenía 23 años, su actitud lo destacó entre los de su época. Era idealista, luchador, solidario, inteligente. Dejó su huella en el secundario, en el Partido Comunista Revolucionario, en la fábrica de Ford y en donde anduvo, hasta que no lo dejaron andar más.
En abril de 2006, David desempolvó el recuerdo de su padre con una movilización histórica, porque fue la primera y hasta ahora sigue siendo la única que se realizó en la ciudad de la flor para homenajear a uno de sus hijos desaparecidos. El acontecimiento quedó documentado en la plaza General San Martín, donde se colocó un cartel de madera tallado con su nombre. Tres años después, este sábado 12, Miguel Magnarelli revivió una vez más en la mente de su pueblo con un festival de bandas y arte en la misma plaza de la estación por la que supo pasar de joven, en sus días de permanente militancia.
David, a la cabeza de una comisión que tuvo a su cargo la organización de este evento, anda de un lado para otro revisando que todo esté en orden. Pero acepta una pausa para dialogar con El Día de Escobar, pucho de por medio y sentados en el andén.
¿Con qué idea surge este festival?
La intención es pasarle un poco de información a las generaciones que vienen. Y qué mejor que hacerlo con cultura, con música, con bandas y la participación de chicos de escuelas primarias y secundarias.
¿Qué cualidades pudiste conocer de tu viejo que te parezcan más destacables?
A mí me llama poderosamente la atención que todo el mundo hable bien de mi viejo. Con eso me basta para saber que fue un buen tipo. Fue un luchador, que defendió a muerte sus ideales, tan a muerte que lo mataron. Y también me parece muy valorable su perseverancia en la lucha, pensando en que el otro esté mejor.
¿Pensaste alguna vez que estaría haciendo hoy tu viejo si viviera?
Sí, lo pensé. Pasa que sería otra realidad. Si mi viejo estuviera y no hubiera habido 30.00 desaparecidos, no tendríamos que estar haciendo este festival. Pero creo que así como a los 23 años fue un cuadro de su partido, hoy sería un dirigente, un líder, que por supuesto estaría en la política y haciendo cosas por los demás.
Además de la desaparición de tu viejo, la vida te dio otro golpe fuerte al haber estado al filo de la muerte por la tragedia de Cromañón. ¿Cómo estás ahora?
Lo de mi viejo estuvo en stanby hasta los 28 años, cuando ocurrió lo de Cromañón. Por una cuestión familiar, que me metieron en una cajita de cristal para cuidarme, no me informaron ni me contaron del tema. Yo sabía que mi viejo era desaparecido, pero no es que cuando comíamos hablábamos de eso. Si se daba era muy por arriba y nada más. Con Cromañón surgió que la gente del PCR que militaba con él se encontró en una lista con mi nombre, entonces vinieron, nos conocimos y se convirtieron en una fuente de información muy grosa para mí, porque ellos habían vivido con él momentos que nadie más me hubiese podido contar. O sea, Cromañón me sirvió para darle a mi cabeza un vuelco de 180 grados, empecé a ver la vida de otra manera y a buscar el padre que me di cuenta que no tenía, siendo yo, a la vez, padre de dos hijas. Es jodido ser padre sin la imagen paterna, sin tener ese ejemplo. Por suerte hay mucha gente alrededor que me ayuda y apoya, sobre todo la terapia, que fue algo totalmente definitivo en esto. Y hoy Haydee Larramendi, que es mi terapista, forma parte de la comisión organizadora del festival y está ahora haciendo choripanes. Fijate hasta dónde apoya y pone el cuerpo, es una fenómeno. Todo eso, y la gente que vino hoy acá, te dan la pauta de que vas por el buen camino y que sí, es difícil, sufrís, y te encontrás en momentos donde decís: ‘Loco’, te necesito acá, conmigo. Y bueno, no está. Y está todo bien, me apoyo en otra gente. Es difícil, pero no imposible.
¿Sentís que con todo esto lográs que su llama no se apague, que siga encendida, quizás de otra manera pero prendida al fin?
Sí, ni hablar. Eso lo hablaba el otro día con la gente. Yo no lo conocí, porque desapareció cuando mi vieja estaba embarazada de tres meses, así que la transmisión fue por genes. No es que yo vi lo que había hecho el tipo y dije, ah, bueno, yo voy a seguir esto. Fue una transmisión, lo tengo adentro y me sale. Por ahí no de la misma manera que a él, no estamos en los mismos tiempos. Antes estaba todo muy politizado, la juventud participaba mucho. Pero esto también es lucha y pensando en el otro, eso está bueno.
¿Tenés pensando militar partidariamente en algún momento?
No, la verdad que no sé de cuál partido podría formar parte hoy. No sé cuál podría llegar a albergar algo como lo que queremos nosotros. Quizás se podría pensar otro partido político, con otras bases políticas y con otra idea en la cabeza. Podría ser, sí, un poco más adelante, se podría armar algo, una alternativa. Pero hoy en día no me identifico con ningún partido.
¿Querés destacar especialmente algunas colaboraciones o “no colaboraciones” recibidas para hacer este festival?
La colaboración de la gente de Escobar; de los comerciantes, que dejaron que pongamos nuestro afiche en sus negocios y eso fue muy importante. La colaboración de todos los medios de Escobar, que hicieron difusión de esto desinteresadamente. El Municipio en algún momento intentó ayudar, después se ve que se bajaron algunas directivas de que no se podía y ayudó a medias, pero estuvo presente también. A su manera, a la manera actual del Municipio de Escobar, pero no me archivaron ni me ningunearon, me trataron, me atendieron y eso hoy hay que valorarlo.
¿Cuál es el mensaje final?
El mensaje final es “nunca más” pero “nunca más” con educación, con cultura y “nunca más” de ahora en más en Escobar.
Un día distinto bajo el sol
La plaza de la estación de Belén de Escobar, aunque ya ha perdido toda belleza como espacio verde, el sábado relució como en sus mejores tiempos con el festival en homenaje a Miguel Magnarelli. Desde las 14 y hasta bien entrada la noche, cientos de jóvenes se sumaron a la propuesta, muchos de ellos atraídos por las bandas de rock que formaron parte de la cartelera. Cirkóticos, Motociclistas Suicidas, Ciudad Cassino, Sin Límites, La Vitrola, Inocente Calavera fueron las primeras en subir al escenario, donde Submisión y Hermanos de la Calle -los dos grupos locales con más trayectoria- fueron el centro de las atenciones.
También participaron del festival los talleres de folklore del Centro de Día René Favaloro y de la ESB N° 9, la escuela de danzas “Reflejo de Tradición” (Matheu), los colegios Raíces y Alas y San Luis -alumnos del proyecto “Jóvenes y Memoria”-, el comedor del barrio San Luis y la Asociación de Madres de Plaza de Mayo.