Protesta gremial y abrazo simbólico a un enfermo incurable: el hospital Erill

Afirman que la atención y el estado edilicio están en su nivel más crítico. Y advierten que el cierre de la sala de Neonatología podría ser definitivo, al igual que el de la Maternidad. Además, denuncian que no tienen calefacción ni agua caliente.

Cronicidad. “Vemos muchísimas situaciones tristes todos los días”, afirmó Silvana Lucero, de ATE.

Afirman que la atención y el estado edilicio están peor que nunca. Y advierten que el cierre de Neonatología podría ser definitivo, al igual que el de la Maternidad. Además, denuncian que no tienen calefacción ni agua caliente.

En el marco de la crisis por la que está atravesando el hospital provincial Enrique Erill, sus trabajadores, acompañados por varias agrupaciones sociales y sindicales, realizaron esta mañana un abrazo solidario en la puerta del establecimiento.

Como es vox pópuli, el hospital de Escobar está padeciendo múltiples problemáticas. La más grave es el cierre del área de Neonatología, que en principio iba a ser por diez días y ahora sospechan que no reabrirá.

Durante el acto fueron varios los representantes de las distintas agrupaciones que tomaron la palabra; todos apuntaron a lo mismo: no hay voluntad política de componer la situación porque los gobiernos de Mauricio Macri y María Eugenia Vidal pretenden privatizar la salud pública, aseguran.

“Vemos muchísimas situaciones tristes todos los días, como cuando una mamá viene de 39 semanas a tener a su bebé y debemos derivarla a otro hospital de la zona en la única ambulancia que hay para derivaciones”, afirmó Silvana Lucero, quien es trabajadora del Erill y representante de ATE.

Abrazo político. Los concejales de Unidad Ciudadana se solidarizaron con los trabajadores del Erill.

Además, denunció condiciones de trabajo calamitosas: en el sector de estadísticas, por ejemplo, el techo de la oficina se está rajando y la gente que trabajando ahí tiene que soportar la caída de polvillo sobre sus cabezas. “Los del laboratorio estamos en un sucuchito donde también se atiende al público, que espera amontonado en pasillos angostos que no tienen luz”, agregó Lucero.

Con lo fundamental que es la higiene en un edificio de estas características, hay solo cuatro empleados para todo el hospital. En las guardias las camillas están en los pasillos y hay un solo enfermero, que está saturado, y un médico que, además de revisar a los internados, atiende al público que llega a toda hora.

“La situación para los trabajadores es inhumana. Queremos dar lo mejor, pero con nuestra voluntad no alcanza. En este hospital, para que la atención sea de calidad, faltan 80 enfermeros”, finalizó Lucero.

Por su parte, el presidente de la Cicop, Alejandro Márquez, habló sobre la importancia de compartir los problemas que están viviendo con la comunidad “porque la salud pública no es gratis, cada uno la paga con sus impuestos. A nadie se lo atiende de favor”.

Visibilidad. El bioquímico Alejandro Márquez destacó la importancia de compartir el problema con la comunidad.

En referencia a la reciente renuncia de varios profesionales, dijo que no fueron desgracias sino consecuencia de la manera en que se trabaja, de la sobrecarga de horas y de tareas y de los salarios indignos que reciben. Aseguró que tanto a administrativos como a enfermeros les pagan $50 la hora extra. También habló de la falta de traumatólogos, con la importancia de esa especialidad en un hospital que casi diariamente recibe heridos por accidentes de tránsito en la Panamericana. Y que no tienen ni calefacción ni agua caliente.

Otra de las trabajadoras, Vanina Rodríguez, alertó sobre una cuestión que podría ser gravísima no solo para la población de Escobar sino para toda la región: “En el Ministerio de Salud miran para otro lado, pero hace tiempo que venimos planteando la necesidad urgente del nombramiento de personal en este hospital. Si todo sigue así, en pocos días vamos a estar acá de nuevo rechazando el cierre de la Maternidad, porque una cosa lleva a la otra”.

La fría mañana de hoy fue levantando temperatura entre el sonido de los bombos y discursos claramente políticos -algunos casi apocalípticos-, pero con un fuerte objetivo en común: salvar la vida del maltratado hospital de Escobar.

Por Florencia Alvarez

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