Zé Pequeña, la escobarense que compartirá escenario con María Becerra en River

La joven cantante del barrio Lambertuchi teloneará los dos shows de “La Nena de Argentina” en el Monumental. “La música me salvó la vida”, afirma.

Zé Pequeña compartirá escenario con María Becerra en River

Con los nervios y la emoción a flor de piel, la artista escobarense Zé Pequeña se prepara para dar el paso más importante de su carrera: este viernes y sábado será telonera de María Becerra en el estadio del River Plate, donde presentará parte de su proyecto musical ante una multitud. Lo más parecido a un sueño.

Detrás de su nombre artístico está Ludmila Benitez, quien desde los 13 años encontró en la música una forma de expresión que hoy canaliza dentro del rap. Actualmente vive en el barrio Lambertuchi, desde donde impulsa su desarrollo artístico.

Su crecimiento tuvo un punto de quiebre este año con el lanzamiento de Karioken, un EP de cuatro canciones que consolidó su búsqueda estética y sonora. La producción se encuentra disponible en Spotify y YouTube, donde comenzó a sumar una comunidad propia alrededor de sus temas.

El anuncio de que será telonera de una de las artistas más convocantes del país llegó para coronar un recorrido que combina perseverancia, formación autodidacta y una fuerte influencia de su historia personal. Para ella, presentarse en un escenario de esa magnitud representa una oportunidad única para mostrar su trabajo frente a un nuevo público.

Zé Pequeña en una sesión de fotos en la estación de Escobar
Escobarense. Ludmila Benítez nació en La Falda, pero desde chica vive en el barrio Lambertuchi.

Origen de una voz del barrio

Ludmila Benitez, de 22 años, nació en La Falda, Córdoba, pero de muy chica llegó a González Catán junto a su mamá y más tarde se mudó definitivamente a Belén de Escobar, donde creció, estudió y formó su identidad. Pasó por varias escuelas -la Secundaria 28, la 16, el LEA y el FINES-, aunque nunca logró sentirse cómoda en el ámbito escolar. “No me encontraba, era muy nerviosa y me sentía muy encerrada. Me gustaba hacer música y ya estaba en otras cosas de muy chica. Quería plata y trabajar también”, le cuenta a El Día de Escobar.

Su crianza estuvo marcada por una familia numerosa y trabajadora. Se crio con su mamá, Marcela, y con José, su padrastro -a quien considera su papá-, además de varios hermanos con quienes mantiene un fuerte vínculo. Hoy vive en el barrio Lambertuchi, cerca de Villa Esperanza. “Si bien siempre estuve de acá para allá, tengo a toda mi gente acá”, comenta.

Su nombre artístico nació casi como un juego entre sus amistades. Pasó por identidades como Mila XXL, Suaveludmila y L’ Pequeña, hasta que terminó adoptando Zé Pequeña, inspirado en la película Ciudad de Dios. El apodo se volvió parte de su sello: sus amigos ya la llamaban “Peque” por ser la más chica y la más flaca del grupo.

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Cuando tenía 13 años, una psicóloga del Hospital de Salud Mental Papa Francisco le recomendó escribir en un cuaderno aquello que no podía decir en voz alta. Ese ejercicio, sumado a una casa melómana, la llevó a transformar la escritura en canciones. “Fue mi mecanismo de defensa en su totalidad. Hoy es mi laburo, lo que amo y gracias a Dios me puedo permitir divertirme, experimentar y disfrutarlo. Así que hago música de todo tipo: cumbia, rap, trap… lo que me divierta en el momento”, afirma, sincera.

Del barrio al Monumental

La oportunidad de acompañar a María Becerra en River Plate llegó de manera inesperada y todavía le cuesta creerlo. Para ella, fue un gesto enorme de una artista que admira y a quien tiene como referente. “Es un amor. Ella con su trayectoria no tiene necesidad de invitarme, e igualmente ayuda a artistas como yo. Es increíble”, destaca, todavía sorprendida. Además de Zé Pequeña, los shows del viernes 12 y sábado 13 de diciembre contarán con otros dos teloneros: Willy Bronca y Taichu.

La noticia revolucionó a su entorno: su familia y sus amigos celebraron felices el logro. Aunque asegura que siempre confió en sí misma, siente que este paso también representa una victoria para el rap argentino y para miles de artistas que vienen de abajo. “Mi familia no lo puede creer. Yo siempre creí en mí, pero ahora hasta mi abuela me felicita por no aflojar. Me pone contenta”, confiesa. 

En estos días previos al show, la joven escobarense busca mantener la calma. Se refugia en su rutina de siempre: estar cerca de los suyos, compartir un trago, grabar en el estudio y volver a casa en bici, como cualquier noche. Sabe que lo importante es disfrutar el proceso y no perder el anclaje con el barrio, ese lugar donde -según dice- realmente se siente cómoda.

En River presentará temas propios, algunos nuevos y otros ya conocidos. Le entusiasma imaginar cómo resonarán sus letras en un estadio tan grande. Hasta le da gracia pensarlo: “Una pibita como yo, que dice cosas como las que digo, me hace reír”. Pero también sabe que esa autenticidad es parte de lo que conecta con su público y lo que la sostiene en un espacio que, hasta hace poco, parecía inalcanzable.

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“La música me salvó la vida”

Detrás de su presente artístico hay un recorrido marcado por desafíos profundos, que no tuvieron que ver con la música sino con la existencia. “Mi mayor desafío fue afrontar la vida misma con todas sus idas y vueltas: el trabajo, la inestabilidad económica, la salud mental, perder amigos en vida”, cuenta. En ese contexto, la música funcionó como un sostén decisivo: “La música me salvó la vida”, asegura.

Antes de contar con el equipo que hoy la acompaña -formado por sus amigos-, debió moverse sola durante años: viajaba como podía, “con carga de SUBE y a veces careteando”, recorriendo provincias yendo “de acá para allá” para poder hacer lo que le gustaba. Aunque el camino fue cansador, no pierde de vista lo esencial: “No puedo quejarme, para nada, soy muy agradecida”.

Zé Pequeña en un carrito de compras, mostrando su lado más cotidiano y auténtico.
Autenticidad. Fiel a su estilo, Zé Pequeña se prepara para dar un gran paso en su carrera.

Su identidad artística está anclada en las experiencias que la formaron. Habla de su barrio, de los lugares que frecuentó y de las realidades que la atravesaron desde chica. No busca colocar a su música en un pedestal moral ni presentarse como ejemplo. Esa honestidad, dice, es lo que la conecta con quienes la escuchan. “No vine a enseñarle nada a nadie, pero siempre trato de dejar algo, bueno o malo”, remarca.

De cara a los shows en River, su mensaje para quienes la escuchen por primera vez es simple y directo: que disfruten y que acompañen a quienes crean desde abajo. “Que feliciten a quienes hacen y vienen de barrios bajos, que no se cierren tanto en ‘Ah, la música de ahora’. La música no tiene edad y es para todos”, afirma con madurez y sin rodeos.

Para Zé Pequeña, el arte es un refugio y también una puerta de escape: “Un micrófono te salva de la mala vida”, reflexiona. Por eso insiste en defenderlo como un espacio de contención frente a un Estado que, según sostiene, muchas veces no llega a tiempo.

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