Poder cumplir el sueño de tener una casa propia es sin dudas algo que anhelan miles de familias argentinas. Pero la realidad es que cada vez se torna más difícil poder cumplirlo, toda vez que en los últimos años hubo un exponencial aumento del valor del metro cuadrado en dólares, en todas las ciudades, sin distinción alguna. Pero a ese problema (debido a la inflación, por ejemplo), también se le sumaron las constantes devaluaciones, que hicieron que sea más complejo para las familias que cobran un sueldo fijo todos los meses ahorrar lo suficiente para comprar o construir una vivienda.
Con el paso de los años, fue en constante caída la representación de los financiamientos hipotecarios en el PBI argentino, llegando para finales del 2021 a ser tan sólo el 0,67% de dicho producto. Esto sin dudas que sorprende a muchos, más aún si se analiza lo que está sucediendo en muchos otros países de Latinoamérica, en donde los créditos para viviendas van en aumento, incluso duplicándose con el paso de los años.
Muchas fueron las razones para que con el paso de los años los créditos hipotecarios fueran de a poco desapareciendo. Una de las principales sin dudas que fue la inflación, ya que con eso se fue reduciendo la oferta de créditos con tasa fija, por lo que surgieron a su vez opciones con tasa variable ajustable por inflación, pero claro, esas alternativas son prácticamente inviables teniendo en cuenta que los sueldos no suben al mismo ritmo que los precios.
Para ser más claros, un primer dato que se puede revisar es el aportado por algunas consultoras inmobiliarias: si alguien busca comprar un departamento de dos ambientes en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, y a su vez cobra un salario medio, deberá ahorrar la totalidad de su ingreso por un poco más de 14 años, para adquirirlo. En lo que respecta a créditos hipotecarios vigentes, con tasa fija claro, una cuota promedio es aproximadamente de $90.000, algo imposible de pagar para una familia tipo.
Si bien algunos años atrás hubo un leve repunte de los créditos hipotecarios con la aparición de los que son ajustable por UVAs (inflación), no perduró mucho en el tiempo, más aún cuando miles de familias tuvieron severas dificultades para afrontar el pago de las cuotas, debido a que éstas se iban incrementando exponencialmente. Es por eso que muchas personas, que ya tenían ahorros previos, en algunos casos comenzaron a elegir opciones de préstamos personales, debido a que si bien ellos tienen tasas de interés que son bastante más altas que los financiamientos para inmuebles, son fijas al fin, y pensando a 5 o 6 años, pueden ser oportunos ante el avance de la inflación.
Los especialistas coinciden en que Argentina nuevamente debe repensar los créditos que son para viviendas, pensando más bien en una relación de largo plazo. Sostienen en que tiene que haber un trabajo mancomunado entre el sector privado (los bancos) y el público, para que a los primeros les resulte atractivo ofrecer ese tipo de producto financiero. Una de las claves, expresan, es que los gobiernos que pasan por el Ejecutivo dejen de lado la visión ideológica del acceso a la vivienda.